domingo, 22 de enero de 2012

Guerra Mundial en Internet -cuarta parte-

Ante situación generada por la Ley Sopa, la BBC decidió pedirles a varios expertos de diferentes tendencias que analicen los eventos y, sobre todo, que respondan a la siguiente pregunta: ¿Y ahora qué viene...?

 

Geoff Taylor es el director de British Recorded Music Industry (BPI), el órgano comercial que representa la industria discográfica británica.

Geoff

Los ataques de los hackers contra el FBI, el Departamento de Justicia y la industria creativa, sumados a las recientes protestas por algunas compañías tecnológicas contra nuevas leyes antipiratería, han dejado entrever algunos de los secretos sucios de la economía de la piratería en internet.

Anonymous acusa a gobiernos y a la comunidad creativa de ser "tiranos" por tratar de evitar que roben el trabajo de otras personas. Esto ilustra el extremismo de buena parte del movimiento que está en contra de los derechos de autor.

No sólo está moralmente mal justificar que se tome el trabajo de otras personas a cambio de nada, sino que además ignora la simple verdad de que todo lo que tiene algún valor, incluyendo el entretenimiento, necesita tiempo y dinero para ser creado. Uno esperaría que estas visiones ingenuas tengan poca influencia pública. Pero tienen unos aliados muy poderosos.

Bajo el disfraz de que están peleando por su visión de una "internet abierta", algunos monstruos de Silicon Valley lanzaron una campaña de alto perfil para oponerse a nuevas leyes de Estados Unidos que buscan combatir importantes páginas piratas.

Como un truco publicitario para esta campaña, Wikipedia cerró por un día y Google "censuró" su Doodle, pidiéndoles a sus usuarios que se opusieran a la legislación.

Estas grandes corporaciones argumentan que restringir el acceso a algunas páginas piratas masivas equivale a una censura de la libertad de expresión al estilo chino y "romperá la internet", ignorando que otros tipos de sitios ilegales son bloqueados de manera rutinaria y que las personas siempre tendrán la libertad de expresar sus puntos de vista a través de las millones de páginas perfectamente legales que no violan los derechos de autor.

¿Pero está motivada la oposición de la comunidad tecnológica a tratar de resolver la piratería por principios? ¿O por las ganancias?

Muchos consumidores ven el robo digital como un tipo de crimen sin víctimas. Los músicos y las estrellas de cine tienen montones de dinero, ¿cierto?

De hecho, la mayoría de los músicos ganan menos que el salario promedio nacional y todos los que trabajan en el sector creativo, desde los llamados roadies (quienes transportan y montan el equipo de un grupo musical en gira) hasta los ingenieros de audio, se ven afectados negativamente por la piratería.

Pero resulta que el dinero que ahorran quienes bajan música, libros o películas gratis está cayendo silenciosamente en manos de grandes corporaciones tecnológicas.

"Si queremos una economía digital que funcione, los grandes jugadores en la internet tienen que deshacerse de su adicción al dinero que llega de la piratería. Como Steve Jobs, tienen que demostrar que valoran la creatividad de otras personas tanto como la creatividad propia."

Servicios de hosting o alojamiento en línea les pagan a los usuarios para que suban a la red los archivos más populares y cobran por garantizar una descarga más rápida.

Gigantes de las búsquedas ganan miles de millones por concepto de la publicidad en línea, y las búsquedas sobre películas y música ilegal gratis son un gran generador de tráfico.

Los proveedores de banda ancha les cobran a sus usuarios por todo el ancho de banda extra que consuman bajando material gratis.

La industria de publicidad en internet gana comisiones de la publicidad en sitios piratas y algunas marcas llegan a una gran audiencia de manera barata.

Esta es la economía pirata escondida de internet.

Buena parte de las compañías de internet que se benefician de esto aseguran de manera rutinaria que no apoyan la piratería. Puede que sean sinceros. Pero al mismo tiempo se oponen de manera sistemática a cualquier medida nueva para enfrentarse a ella y no ofrecen ninguna alternativa efectiva propia.

A largo plazo, esta no puede ser la manera de proceder.

El exdirector de Apple, el fallecido Steve Jobs, entendió que las industrias creativa y tecnológica deberían ser socias y que los consumidores se benefician de un mejor servicio de calidad como resultado. Spotify y otros han decidido tomar la batuta y hay ejemplos nuevos que son bienvenidos, como Google y algunos proveedores de servicios de internet que están lanzando sus propios servicios digitales de música.

Pero si queremos una economía digital que funcione, los grandes jugadores en la internet tienen que deshacerse de su adicción al dinero que llega de la piratería. Como Steve Jobs, tienen que demostrar que valoran la creatividad de otras personas tanto como la creatividad propia.


 

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